Los datos biográficos de Hesíodo se han obtenido principalmente de lo que él mismo dice en sus propias obras. Nació en Ascra, cerca de Tebas hacia la segunda mitad del siglo VIII a. C. o la primera del siglo VII a. C. Fue campesino e hijo de un comerciante. La tradición lo sitúa como contemporáneo de Homero e incluso rival suyo en certámenes poéticos.
Suele considerarse el más antiguo de
los poetas helenos después de Homero y, durante buena parte del siglo XIX,
la crítica llegó a dudar de su auténtica existencia, aunque ésta parece fuera
de toda duda en la actualidad. La familia de Hesíodo estableció su residencia
en Beocia, procedente de Cime de Eolia, lugar de origen de
su padre. Poco se sabe de su vida; parece que fue fundamental en ella la
enemistad con su hermano persa a causa de la herencia paterna, y este tema
abordó en su obra Trabajos. Muerto su padre, Hesíodo se estableció
en Naupacto, donde pasó su juventud al cuidado de un rebaño de ovejas y
llevando la vida plácida y sencilla de los campesinos griegos. Los actuales
especialistas sitúan como contemporáneo de Homero a Hesíodo, mas su poesía, muy
alejada del estilo épico y grandioso de la de aquél, está destinada a instruir
más que a exaltar. Se sabe también que en Calcis (Eubea) participó en
un concurso de aedos y obtuvo la victoria. Murió al parecer en Ascra
y sus cenizas se conservaron en Orcómeno, donde se le rindieron honores
como a un fundador de la ciudad.
Muchas de las obras que durante la
Antigüedad se le atribuían, como los poemas sobre arte adivinatorio La
ornitomancia, Los versos manticos y Las explicaciones de los
prodigios, no son realmente suyas. Lo que parece probado con seguridad es que
fue el autor de los Trabajos y días, de la Teogonía, que explica el
origen del universo y la genealogía de los dioses, y de los cincuenta y cuatro
primeros versos del El escudo de Heracles. Junto con las de Homero, las
obras de Hesíodo se convertirían en parte del corpus fundacional de la cultura
griega, gracias a su labor de sistematización del conjunto
de mitos heredados y al inicio de su interpretación en un sentido
moral y práctico. La cultura griega se caracterizaría en todo momento por la
compleja relación que mantendría con el conjunto de concepciones mitológicas y
religiosas de sus propias tradiciones, tanto para rechazarlas como para
reverenciarlas, aunque siempre extraería de allí sus más fecundas intuiciones.
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